Siempre me entusiasmó la inocencia seductora de Lolita, un personaje perturbadamente conmovedor en un ambiente maravillosamente kitsch y afrancesado. En los 60 Kubrick supo trasladar este personaje a la gran pantalla, y junto con Elsa Fennell, y Gene Coffin, diseñadores de vestuario, lo dotó de matices, que con el paso de los años, lo han mitificado y convertido en un referente de estilo.
¿Quién no identifica con ella las gafas de sol rojas en forma de corazón? Ahora unas ocupan un lugar en mi armario. Es mi pequeño tributo a Lolita de Nabokov.
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